A pesar de haber sido creada y mantenida por el gobierno americano como respuesta a los atentados del 11/9, la existencia de la prisión americana es un problema internacional y sus soluciones exigen un compromiso global –sobretodo a través del reasentamiento de los 57 detenidos que ya podrían ser tranferidos. Esta fue una de las conclusiones del debate “EUA y tortura: de Guantánamo a las prisiones secretas de la CIA”, realizado el miércoles (27/05) en São Paulo como parte de la programación del XIV Coloquio Internacional de Derechos Humanos.
“Es una ofensa al Sistema Internacional de Derechos Humanos”, afirmó Jessica Carvalho Morris, nueva directora Ejecutiva de Conectas. “Se creó un agujero negro jurídico.” Polly Rossdale, de la organización Reprive, dio ejemplos concretos de cómo ese limbo normativo permitió el mantenimiento de las violaciones en el presidio. Ella, quien coordinó el reasentamiento de 30 ex detenidos en los últimos seis años, citó el caso del estudiante yemení Emad Hassan, preso en Paquistán. “Los Estados Unidos estaban pagando recompensas para quienes hicieran denuncias. Esa era la llamada ‘inteligencia’. Cerca de 86% de los hombres presos en Guantánamo no fueron capturados por el ejército americano, sino por terceras personas”, explica.
Emad se encuentra en huelga de hambre desde hace ocho años y ya perdió 43 kg. Él y otros 48 yemenitas ya podrían ser liberados, pero, por imposición del gobierno americano –que afirma que Yemen no es lo suficientemente seguro para recibirlos-, dependen de la posibilidad de reasentamiento en otros países. “Creo que las naciones latinoamericanas tienen un papel importante a jugar en esta tragedia”, afirmó.
“¿Pero, por qué países como Brasil se deberían importar?, apuntó Jamin Dakwar, de la ACLU (American Civil Liberties Union). Según él, porque el problema no sólo es la existencia de la prisón, sino también la exportación de este modelo – y su impacto en la defensa global de los derechos humanos. “¿Si los Estados Unidos, una de las democracias más celebradas del mundo, puede crear un marco legal que permita la existencia de Guantánamo, por qué otros países no podrían hacer lo mismo?”
Gastón Chillier, Director Ejecutivo del Cels (Centro de Estudios Legales y Sociales, de Argentina), resalta otra consecuencia de Guantánamo y de la práctica sistemática de la tortura por parte de la CIA, la agencia de inteligencia americana: el debilitamiento de la legalidad internacional, del consenso construido por los países alrededor de la prohibición de la tortura y del deber de investigar violaciones.
Mencionando los avances ocurridos en América Latina en relación a la reconstrucción de la memoria y de la verdad, afirmó que la tortura y la desaparición forzada no son nuevas ni fueron inventadas por los Estados Unidos. “La diferencia –y ese es el punto central para el movimiento de derechos humanos- es que, en nuestros países, esas prácticas fueron cometidas por gobiernos autoritarios o en contextos de conflicto armado de manera clandestina” afirmó. Tenemos la responsabilidad de generar las condiciones para que haya una prestación de cuentas por los crímenes cometidos por los Estados Unidos. El desafío es inmenso, pero tenemos que estar a la altura del mismo”.